EL CURACA

  •  EL CURACA

El curaca era el jefe político y administrativo del ayllu. Después de la invasión del Perú por parte de Francisco Pizarro y sus compañeros, los hispanohablantes le empezaron a conocerle con la voz taína de cacique, que denota autoridad. «Curaca» deriva de la voz quechua kuraq (el de mayor edad/ hijo primogénito) que significa el primero o el mayor entre todos los de su colectividad natalicia.
Originariamente debió ser el más anciano, sabio y gobernaba de manera paternalista; pero como su autoridad la podía heredar a un hijo que denotaba especial capacidad, es obvio que el criterio de la edad no fue siempre seguido. Los incas, a su vez, nombraron curacas para reemplazar a los que hubiesen demostrado resistencia tenaz contra su dominación. Entre sus funciones se hallaban:
  • Reparto de topos o lotes de tierras agrícolas.
  • Protección de los pobres o huacchas.
  • Labores de mantenimiento de la red hidráulica (limpieza y reparación de canales de riego).
  • Resguardo de los linderos de la comunidad.
  • Organización de la minka o trabajo comunal.
  • Redistribución de los excedentes almacenados en pirguas o collcas.
Debido a su autoridad, tenían derecho a poseer tierras y ganado de carácter privado, y acceso a pastos de la comunidad. Disponía del trabajo de mitayos, cuyo servicio lo canalizaba en su propio beneficio. El curaca, por lo tanto, podía exigir prestaciones personales, pero no se apropiaba de bienes en especie, salvo de los mercaderes. Asimismo, vivía en una casa amplia con servidumbre de ambos sexos. Tenía varias esposas, provenientes de su mismo ayllu o de pueblos vecinos, y a veces incluso, cedidas como favor especial, por el propio Sapa Inca.
El curaca, sin embargo, no actuaba solo, compartía su poder con un yanapaque o segunda persona, como lo conocieron los españoles. Éste generalmente era un pariente cercano, o usualmente su hermano, quien lo reemplazaba cuando se enfermaba, envejecía, estaba incapacitado físicamente o se ausentaba. El símbolo supremo de su autoridad era la tiana (quechua: tiyana, 'asiento') o dúho, un asiento de madera, piedra o metal, de apenas 20 cm de altura aproximadamente, objeto del cual tomaban posesión el día de su asunción al mando.
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